“Fidelísimo discípulo, ante ti me encuentro con la congoja
por equipaje y la consternación por toda credencial de los que soy. Vengo ante
ti en reclamo de ayuda, fuerza y valentía, pues adolezco de ellas en estos
momentos.
Señor, ayúdame a cabalgar sobre mis temores como tu
cabalgaste sobre la ignorancia y el desprecio. Te pido que me ayudes, para que
los truenos del miedo a la acción y al pensamiento, sepa yo transformar en
voces claras y argumentadas, que se alcen en mi favor:
Te ruego que alientes mi empeño para que no caiga en la
flaqueza que dan las labores inseguras, ni en el dolor que provoca la ausencia
de energía. Bendice Señor mi existencia con la fuerza del guerrero, mas no
luches tú por mí.
Dame tan solo un estandarte que yo convertiré en idea,
otórgame únicamente una luz, que yo sabré convertir en faro de mis actos, dame
pues, la fuerza que yo, con tu energía, multiplicare en ejércitos de
voluntades”.
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