¡Oh gloriosa Santa Ana que está llena de compasión por
quienes te invocan y de amor por los que sufren! Agobiado con el peso de mis
problemas, me postro a tus pies y humildemente te ruego que tomes a tu especial
cuidado esta intención mía...
Por favor,
recomiéndala a tu hija, Santa María, y deposítala ante el trono de Jesús, de
manera que Él pueda llevarlo a una feliz resolución. Continúa intercediendo por
mí hasta que mi petición sea concedida.
Pero por encima de todo, obtenme la gracia de que un día
pueda ver a Dios cara a cara para que contigo, la Virgen y todos los santos
pueda alabarle y bendecirle por toda la eternidad. Amén.
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