Poderosa Madre, como el apóstol Juan, nosotros queremos
acogerte en nuestra casa, para aprender de ti a ser como tu Hijo. "¡Mujer,
aquí tienes a tus hijos!" Estamos aquí, ante ti, para confiar a tus
cuidados maternos a nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo entero. Ruega por
nosotros a tu querido Hijo, para que nos dé con abundancia el Espíritu Santo,
el Espíritu de verdad que es fuente de vida.
Te encomendamos a todos los hombres, comenzando por los más
débiles: a los niños que aún no han visto la luz y a los que han nacido en
medio de la pobreza y el sufrimiento; a los jóvenes en busca de sentido. A las
personas que no tienen trabajo y a las que padecen hambre o enfermedad.
Te encomendamos a las familias rotas, a los ancianos que
carecen de asistencia y a cuantos están solos y sin esperanza. Oh Madre, que
conoces los sufrimientos y las esperanzas de la Iglesia y del mundo, ayuda a
tus hijos en las pruebas cotidianas que la vida reserva a cada uno y haz que,
por el esfuerzo de todos, las tinieblas no prevalezcan sobre la luz.
A ti, Aurora de la Salvación, confiamos nuestro camino para
que bajo tu guía, todos los hombres descubran a Cristo, luz del mundo y único
Salvador, que reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los
siglos. En el Nombre de Jesús padre todo poderoso Amén.

No hay comentarios:
Publicar un comentario