Novena Poderosa a Nuestra Madre de Guadalupe Séptimo Día


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Las flores de Dios, realidad y signo de su salvación y pascua.

Y la Reina Celestial luego le mandó [a Juan Diego] que subiera a la cumbre del cerrillo, en donde antes la veía;

Le dijo: “Sube, hijo mío el menor a la cumbre del cerrillo, a donde me viste y te di órdenes; allí verás que hay variadas flores: córtalas, reúnelas, ponlas todas juntas; luego baja aquí; tráelas aquí, a mi presencia”. Y Juan Diego luego subió al cerrillo, y cuando llegó a la cumbre, mucho admiró cuantas había, florecidas, abiertas sus corolas, flores las más variadas, bellas y hermosas, cuando todavía no era su tiempo; porque de veras que en aquella sazón arreciaba el hielo; estaban difundiendo un olor suavísimo; como perlas preciosas, como llenas de rocío nocturno.

Luego comenzó a cortarlas, todas las junto, las puso en el hueco de su tilma. Por cierto que en la cumbre del cerrito no era lugar en que se dieran ningunas flores, sólo abundan los riscos, abrojos, espinas; nopales, mezquites,y si acaso algunas hierbecillas se solían dar, entonces era el mes de Diciembre, en que todo lo come, lo destruye el hielo.

Y en seguida vino a bajar, vino a traerle a la Niña Celestial las diferentes flores que había ido a cortar, y cuando las vio, con sus venerables manos las tomó; luego otra vez se las vino a poner todas juntas en el hueco de su ayate, le dijo:“Mi hijito menor, éstas diversas flores son la prueba, la señal que llevarás al Obispo; de mi parte le dirás que vea en ellas mi deseo, y que por ello realice mi querer, mi voluntad .Y tú... tú que eres mi mensajero... en ti absolutamente se deposita la confianza, y mucho te mando con rigor que nada más a solas, en la presencia del Obispo, extiendas tu ayate, y le enseñes lo que llevas.

Y le contarás todo puntualmente, le dirás que te mandé que subieras a la cumbre del cerrito a cortar flores, y cada cosa que viste y admiraste, para que puedas convencer al Gobernante Sacerdote, para que luego ponga lo que está de su parte para que se haga, se levante mi templo que le he pedido”.

Y en cuanto le dio su mandato la Celestial Reina, vino a tomar la calzada, viene derecho a México, ya viene contento. Ya así viene sosegado su corazón, porque vendrá a salir bien, lo llevará perfectamente. Mucho viene cuidando lo que está en el hueco de su vestidura, no vaya a ser que algo tire; viene disfrutando el aroma de las diversas preciosas flores.

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de Guadalupe y con San Juan Diego pedimos por la paz en el mundo, especialmente los lugares donde hay más violencia, para que descubran a Dios presente en esas realidades a través de los gestos.
Ave María
Poema
Oración final.

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