Poderosa Novena de la Virgen de Guadalupe Noveno Día



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El milagro guadalupano, madurez y armonía comunitaria y personal.

Y en cuanto la vio [a la Amada Imagen de la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios] el Obispo Gobernante y todos los que allí estaban, se arrodillaron, mucho la admiraron, se pusieron de pie para verla, se entristecieron, se afligieron, suspenso del corazón, del pensamiento...

Y el Obispo Gobernante con llanto, con tristeza, le rogó, le pidió perdón por no luego haber realizado su voluntad, su venerable aliento, su venerable palabra. Y cuando se puso de pie, desató el

cuello de donde estaba atada, la vestidura, la tilma de Juan Diego en la que se apareció, en donde se convirtió en señal de la Reina Celestial.

Y luego la llevó; allá la fue a colocar a su oratorio. Y todavía allí pasó un día Juan Diego en la Casa del Obispo, aún lo detuvo. Y al día siguiente le dijo: “Anda, vamos a que muestres dónde es la voluntad de la Reina del Cielo que le erijan su templo”. De inmediato se convidó gente para hacerlo, para levantarlo.

Y Juan Diego, en cuanto mostró en dónde había mandado la Señora del Cielo que se erigiera su casita sagrada, luego pidió permiso: quería ir a su casa para ir a ver a su tío Juan Bernardino, que estaba muy grave cuando lo dejó para ir a llamar a un sacerdote a Tlatilolco para que lo confesara y lo dispusiera, de quien le había dicho la Reina del Cielo que ya había sanado.

Pero no lo dejaron ir solo, sino que lo acompañaron a su casa. Y al llegar vieron a su tío que ya estaba sano, absolutamente nada le dolía. Y él, por su parte, mucho admiró la forma en que su sobrino era acompañado y muy honrado; le preguntó a su sobrino por qué así sucedía, el que mucho le honraran.

Y él dijo cómo cuando lo dejó para ir a llamarle un sacerdote para que lo confesara, lo dispusiera, allá en el Tepeyac se le apareció la Señora del Cielo; y lo mandó a México a ver al Gobernante Obispo, para que allí le hiciera una casa en el Tepeyac.


Le dijo que no se afligiera, que ya su tío estaba contento, y con ello mucho se consoló. Le dijo su tío que era cierto, que en aquel preciso momento lo sanó, y la vio exactamente en la misma forma en que se le había aparecido a su sobrino, y le dijo cómo a él también lo había enviado a México a ver al Obispo; y que también, cuando fuera a verlo, que todo absolutamente le descubriera, le platicara lo que había visto y la manera maravillosa en que lo había sanado. Y que bien así la llamaría, bien así se nombraría: La Perfecta Virgen Santa María de Guadalupe, su Amada Imagen.

Y luego trajeron a Juan Bernardino a la presencia del Gobernante Obispo, lo trajeron a hablar con él, a dar testimonio, y junto con su sobrino Juan Diego, los hospedó en su casa el Obispo unos cuantos días, en tanto que se levantó la casita sagrada de la Niña Reina allá en el Tepeyac, donde se hizo ver de Juan Diego.

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de Guadalupe y con San Juan Diego, encomendamos al Padre Martín que será ordenado obispo para el servicio de nuestra Iglesia Diocesana.

Ave María
Poema
Oración final 

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